martes, 10 de junio de 2014

Welcome to Australia mate

Todo comienza una noche de verano, el plan era simple: Trabajar, aplicar y viajar. Nunca iba a imaginar que una simple idea que surgió después de unas cuantas piscolas iba a concretarse.
10 meses mas tardes me encuentro arribando un boing 797 Quantas -el avión más grande que he visto por lo demás-. Una amable rubia me da la bienvenida  y me desea un buen viaje, yo le agradezco de vuelta con una sonrisa complaciente y sigo mi camino tambaleando a causa del peso de mi equipaje de mano. A lo lejos diviso mi asiento, es el 47A que da justo a la ventana-no se para qué elegí ventana si siempre me arrepiento de elegirla- hay un espacio en el medio de la corrida de asientos que ruego que no se ocupe. como soy paticortas, siempre me ha gustado ponerme en posición fetal y acurrucarme con la mantita, esa que siempre uno se roba al aterrizar. Pegada al pasillo se encuentra mi compañera de vuelo, es una señora colombiana de 60 años aproximadamente -un amor- me cuenta que se dirige a Victoria a ver a su hijo que decidió erradicarse en Australia luego de enamorarse perdidamente de ese país, me parece algo  exagerado su comentario, pero decido indagar un poco más sobre su enamoradizo hijo. me cuenta que se vino a estudiar hace 3 años atrás, que conoció a una australiana, se casaron y tuvieron un bebé, fin de la historia. Me cuesta creer lo aburrido y plana que suena su historia de vida, asi que decido terminar la conversación y explorar la pantallita que está en el respaldo de mi asiento de adelante. Son muchas opciones para un sólo viaje, ¡quiero hacerlo todo! ver películas, crear mi soundtrack y jugar a los juegos de acción. Entre tanto que hacer, decido por lo más sensato "ver The Godfather I, II,III"  ya lo había hecho una vez en un viaje que duraba más de 12 horas, y funcionó a la perfección, claramente esta vez no iba a ser la excpeción. Entre tanta muerte y balazos me doy cuenta que mi destino, Sydney, ya estaba cerca. Nerviosa guardo todas mis cosas dentro de mi bolso y abro la libreta que contiene toda la información que debo hacer para el transbordo que me llevará a Brisbane. Yo había logrado entender algo que me dijo el tipo de Quantas en el aeropuerto de Chile, era algo como "domestic flight" pero nunca supe lo que realmente quería decir eso, ya que justo en ese momento Felipe interrumpió la explicación del sujeto con una de sus tantas bromas bobas. Valientemente decido continuar mi camino, de reojo veo una sombra que va justo pegadita a la mia, tomo mi bolso con la mano contraria y giro media vuelta; la colombiana me mira perpleja y con su tono cantadito que tanto me gusta me pide que le salve el pellejo en caso que le pidan algo y no entienda.-Claro, le digo- mientras termino de rellenar todos mis papeles, me acerco a la cabina donde amablemente me dan la bienvenida con el Inglés más complicado que mis oidos oyeron jamás,  mis ojos se abren de impresión al darme cuenta que no entiendo nada de lo que me habla. Confundida sigo caminando hacia donde mi intuición me lleva, sigo a un par de chinos que tienen cara de saber lo que hacen, pero me detengo y  prefiero preguntar, busco en ese inmenso lugar alguna cara confiable de uniforme, pero no logro divisar a nadie. sigo caminando hasta una puerta de la que salen dos tipas altas, muy guapas, vestidas de rojo y con una maleta con ruedas cada una, claramente tienen pinta de ser auxiliar de vuelo, las interrumpo en su coordinado taconeo que no deja desapersivido a nadie y con una voz tímida les pregunto "sorry, do you know where the gate number 14 is?" se miraron y confundidas me dijeron "ohdjbdnvdfjdjhdjde jhjhasjash jhdbbchdbvce" y apuntaron a la derecha. No sé que me habrán dicho, pero la señal fue clara... "debes ir hacia la derecha". Decidida emprendí camino hacia el ala oeste del aeropuerto hasta que encontré lo que estaba buscando, feliz me acerqué a la encargada del abordaje y corroboré si estaba en la puerta correcta y asintió con una gran sonrisa. Aliviada al fin y orgullosa de mi pequeño logro me siento exhausta en los cómodos sillones y me doy cuenta que la bateria de mi movil ya sólo tiene un cuarto de vida. Tomo mi Onya Bag, saco mi cargador y me dirijo al enchufe mas cercano que veo, intento conectar mi cable cuando me doy cuenta que la entrada no es la misma y que necesito con urgencia un adaptador.
No sé qué cara habré puesto como para que llegaran dos personas a ofrecerme sus cargadores –quizá me puse histérica y no me di cuenta- el tema era que sin batería no podía comunicarme con mis amigos que me irían a buscar al llegar a la estación de tren, porque si, aún me faltaba el mayor y terrible de los desafíos “llegar a la estación”.  En ese minuto me di cuenta que soy una persona totalmente dependiente a la tecnología –hasta pena me di- cuando de a poco veía que la batería iba en ascenso mis nervios comenzaron a cesar al fin. A los pocos minutos escucho una voz que nos invita a todos a abordar el avión, como me carga hacer colas esperé hasta el final. Este avión era considerablemente más pequeño que el primero, pero lo suficientemente bueno para tan sólo dos horas de viaje.
Tengo el asiento 22C, es decir, pasillo ¡al fin! Claramente el asiento no lo elegí yo, de haber elegido, una vez más habría elegido la ventana que tanto odio. Cuando ya estoy bien acomodada en el asiento, me doy cuenta que tengo una pantallita frente a mi nuevamente, pero con la diferencia que esta tiene entrada USB. Es decir, que además de diversión, tengo más alimento para mi ordinario LG. No sé cómo explicar la sensación de seguridad que me da tener batería en mi móvil, impresionante, casi patético. Ya feliz, con una sonrisa imborrable en mi rostro me pongo a hacer visa social, la chiquilla que está sentada al lado mío tiene una cara de buena onda que no se la saca nadie, me mira y me dice “do you want some wine?”  yo le digo “no, thanks” -no sé por qué-. Después de 30 segundos cuestiono mi abrupta decisión y le digo “yes, sure… why not?” me sonríe y llama a la azafata. Partimos con dos vino tinto y de ahí no paramos. Se llama Sara, es de New Zealand, tiene 32 años aprox y va viajando con su hijo de 15. Tienen un acento complicado que me obliga a preguntarle todo 3 veces, ellos se ríen de mi porque me notan frustrada, pero reconocen lo complicado de su acento. Después de la cuarta copa de vino ya nadie nos callaba, íbamos muertos de la risa después de que les supliqué que por favor me enseñaran el “HAKA”, grito alentador de los All Blacks, que mas que un  grito el Haka especifica a la danza de guerra tribal Maori, no obstante, se suele utilizar como método de intimidación antes de luchar. Claramente, y por razones obvias, al principio se negaron rotundamente, pero después de tanta risa terminamos los 3 gritando en medio del avión. La azafata nos miraba con cara de no querer seguir embriagándonos con  "Cab Sav" -abreviación de Cabernet Sauvignon- y nos vigilaba a ratos con una mirada sigilosa e intimidante que, claramente, no causo ni un efecto en nosotros. creo que fueron las 2 horas mas cortas de mi vida, bueno, no se si de mi vida, pero el tiempo paso muy rápido. El piloto informa que ya nos encontrábamos en Brisbane, nos deseaba unas buenas noches y agradecia que lo hayamos preferido, típico! tomo mis cosas rápidamente sin perder de vista a mis nuevos mejores amigos, caminamos juntos hasta donde se encontraban nuestras maletas y ahi esperamos, mientras los ahogaba en preguntas sobre como salir y embarcar rumbo a lo que seria mi nuevo hogar, Surfers Paradise. Recuerdo que me dijeron kajskajskjhsdjshcnjdywi, a lo que yo contesto... beg you pardon? o en español que seria como"perdón? me podrías repetir" o en Chileno "que chucha acabas de decir?" al notar mi cara de preocupación, desesperación diría yo, me explicaron una vez mas incluso utilizando sus manos -nunca me sentí mas tonta- pero sirvió y cada una de sus Instrucciones para dummies me permitieron llegar a mi cometido, "El Tren". Dios bendiga a esos kiwis, pensaba yo todo el rato sin poder creer que ya casi había logrado la misión Australia. Pago mi pasaje, tomo el sin numero de maletas que estúpidamente traje, se abren las puertas del tren y después de casi 16 horas al fin respiro.
Bienvenida a Australia